6 de noviembre de 2010

Desde mi infancia hasta hoy, por experiencias propias y ajenas, aprendí a no confiar en los hombres. Como Rigoletto, repito siempre que È sempre misera, chi a lui s’affida, / chi le confida, mal cauta il core! ; La fidelidad es un mito urbano, y el “y fueron felices y comieron perdices”, una utopía. Y pensando lo contrario sólo logras ser vulnerable, y arriesgarte a que te partan el corazón y la autoestima. 
Cuando te conocí, hace ya tantos meses, supe que tenías ese algo que a mí me resulta irresistible. Y también que eres de esa clase de hombres que podría romperme el corazón.
No soy una persona celosa, o eso creo. Y, sin embargo, a veces siento un secreto instinto, un oculto sentimiento, una desazón extraña. Casi nunca la dejo salir, la tapo con la manta de la despreocupación y nadie se da cuenta. A veces ni siquiera yo.
Cuando sales por ahí y tardas más de la cuenta en llamarme, pienso inevitablemente que ya había pasado. Estabas con otra.  Y el nudo no se me quitaba del estómago hasta escuchar, por fin, tu voz.
Y aún así, no puedo evitar sentir una punzada de rebeldía cuando me hablas de otras mujeres. Me da igual que sean compañeras de clases, amigas, simples conocidas. Una parte de mí, la irracional, quisiera que no volviese a pasar por tu vida ninguna mujer. Con la otra parte, la racional, me digo que no pasa nada, que puedo confiar, tranquila. Pero el hombre es voluble. Como pluma al viento.
Mi yo más maduro sonríe y piensa que para qué preocuparse por nada. Ni tú, ni nadie, ni nada puede garantizarme que seguirás a mi lado mañana, dentro de un mes, de un año, de toda una vida. Y el miedo a perderte es el síntoma inevitable de que sé que lo que tengo tal vez no es perfecto, pero es auténtico.

5 de noviembre de 2010

Pensaba en algo, en no sé qué y llegaste tú
Para alumbrar la media noche con tu luz
Para pintar el mundo entero cada espacio en tono azul
Te quiero tanto, tanto te quiero
Que en este abrazo se me acaba el universo 
No conforme con tus ojos
Te propongo menos cielo, más abrazos