18 de septiembre de 2010

Sé que soy capaz de querer, capaz de enamorarme, capaz de sentirme la mujer más afortunada del mundo si me abraza. Pero algo dentro de mi me está impidiendo ser yo, ser todo eso que desearía darle. No sé explicarlo, pero sé como me siento… Intento contarselo, y lo único que consigo es confundirlo, hacer que se sienta mal. No puedo evitar llorar cuando lo veo marchar, no se merece mi comportamiento, él no tiene culpa alguna.
Nunca había sentido esto. Es una rabia contenida que me está amarrando fuerte, algo contra lo que lucho, que me roba el sueño, que no me está dejando disfrutar de él.
Como decirle que se está convirtiendo en alguien importante para mi. Que le estoy abriendo las puertas, pero que tengo miedo… Como pedirle que entre en mi vida, que pase hasta el final, que necesito esos abrazos, porque solo ahí, soy intocable.
Quisiera arroparlo cuando tiene frío, ser ésa mano que le acaricie la cara y le diga: Todo va a salir bien.
Quisiera ser solución, si tiene algún problema. Dormirlo en mi pecho, acariciarle el cabello, sentir como se pierde entre sueños. Quisiera ser especial para él, que me coja de la mano, y se sienta orgulloso de llevarme a su lado. Desearía poder arriesgarme, tan solo unas palabras suyas, creo que secarían mis lágrimas, que calmarían ésta niña asustada que llevo dentro.
Me siento mal, todo esto se escapa de mis manos, y aunque presuma de mi independencia, él está en mi cabeza. He pensado en abandonar, pero un buen amigo me ha dicho: ¿Cómo te sentirás si lo haces? – Lloré, y creo que ésa fue mi propia respuesta.
Es una contradicción entre cabeza y corazón. Esto crece, y no sé como pararlo, ni siquiera sé si quiero hacerlo.

Mientras, seguiré hablándole con la mirada, contándole en cada beso, que ya no existe nadie más.-

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